jueves, 30 de junio de 2016

La Potona

Culo es una palabra tan usual en España que ni siquiera podríamos pararnos a imaginar que pueda molestar a otro ser vivo de este mundo. Pues resulta que si. Que a oídos de otras personas, nuestro "culo" tiene otras connotaciones, tanto es así que causa risas  y caras coloradas entre alumnos cuando, el primer día de clase, pides perdón de antemano porque sabes que en algún momento se te va a escapar. Y la vas a soltar, y no vas a ser consciente de que está mal vista.
Así que allá usan la palabra "poto". "Me pica el poto", "vete al poto", "el ojete del poto". No es serio.


El grupo de personas de la foto son personas luchadoras. Javier es el coordinador del proyecto "Un maestro para el Datem", y las niñas son maestras de infantil, allá llamadas de inicial. Son chicas a las que admiro y a las que les encanta su trabajo y reparten amor a raudales. Aunque si tuviera que hablar de cada una de ellas necesitaría días.
Las niñas han sido maestras de la Escuelita, proyecto pionero que se ha llevado a cabo este año en San Lorenzo dentro de "Un maestro para el Datem". Andrea, Patito y Camila tenían a los más pequeños, a partir de los 3 añitos. Jenny y Palo a los más mayorcitos, alrededor de los 6-7 años. Los hijos de los alumnos de la Universidad se quedan con ellas para que sus padres puedan estar tranquilos mientras estudian. Las horas de clase, se la pasan cantando, jugando, riendo y aprendiendo.

De izquierda a derecha, Andrea (con José, alumno de la Escuelita, en brazos),
Paloma, el profe Javier, Jenny, Cami y Patito.

Hoy me centro en Andrea, alias la Potona.

Andrea es de esas niñas todoterreno, lo lleva todo para adelante, sin descanso. Es de esas personas a las que me gustaría parecerme si algún día maduro, jeje. Ella estudia en la Champagnat, y trabaja en un cole de maestra de Inicial. Es simpática, inocente y muy, muy religiosa. Pero muy tolerante, eso sí. Y nuestras conversaciones sobre el aborto, la familia, , las creencias,el sexo siempre la damos por finalizada con una de nosotras diciendo "Vale, te respeto pero no lo comparto". Ella es una de las personas que más me ha enseñado sobre Perú, la educación y el pensamiento general de allí. Junto con Ketty, son las dos mujeres de las que más aprendo día a día sobre tolerancia, respeto y amistad en el Perú.

Los niños se acercaban a la sala donde estábamos los profesores,
momento en el que aprovechábamos para bromear y jugar con ellos


Ella y yo nos llamamos la una a la otra "potona", de manera cariñosa, porque ambas pensamos que la otra tiene el culo (perdón) enorme.

Le pedí a Andrea que me escribiera un poco sobre el proyecto y lo que sintió. Os lo dejo aquí.

"Bueno, cómo empezar. Se me vienen tantas cosas a la mente cuando pienso en San Lorenzo. Las emociones me llevan a sentir una gran nostalgia pero al fin y al cabo se me viene una gran sonrisa al rostro porque sé que pude estar ahí y haber vivido la mejor experiencia de mi vida. Algo que me ha llenado de tanto y enseñado reafirmar lo que yo quiero hacer en esta vida con mi vocación.
El primer año que vivo esta experiencia yo estaba en que podía creerlo y no después de tanta, tanta insistencia al hermano Pablo me dijeron que si podía ir. Es aquí donde comienza todo un proceso de planeación para el nuevo proyecto que se iba implantar: un lugar donde los hijos de los alumnos puedan estar mientras ellos están en clases, todo era nuevo para mí, no sabía que me esperaba, ni siquiera terminaba de entender bien que haría pero el solo hecho de poder ir hasta allá y contribuir en algo me motivaban mucho, sobre todo el trabajar con niños para mí ya era la felicidad plena.
Llegamos allá, todo fue muy distinto a lo que pensaba. La casa, las personas. Existía gente tan buena que me inspiraban mucha ternura como mi querido Gran David que me daba mucho la sensación de tener a mi papá y en general todas las personas eran tan afables. Éramos una gran familia de verdad. Cada desayuno, cada almuerzo, cada cena eran momentos especiales para poder compartir acerca de nuestro día a día. Gente muy maravillosa donde pude conocer grandes amigos a los cuales quiero y adoro infinitamente pero en particular. Conocí a una chica muy particular que bueno cuando yo andaba un poco sensible porque extrañaba a mi mami, y me dolía el estómago me dijo “a ti no te duele nada, lo que tú tienes es morriña” ,yo pregunte qué es eso, y ya con su pronunciación y su aro en la nariz detalles que me parecían graciosos e inspiraban confianza, dijo “pues es cuando extrañas mucho algo”. Quien diría que ese sería el inicio a una gran amistad, hermandad que pese a toda la distancia, tiempo sigue perdurando y acompañando en mi día a día.


Jugando en clase

Centrándome en el trabajo con los niños fue algo como que ir y ver niños tan distintos a los cuales ya estaba acostumbrada a ver en el aula, distintas formas de ser. Recuerdo muy bien a Leonin y Ronny que hablaban en su lengua originaria y cuando les decías algo simplemente no obedecían pero era porque no entendían. Ambos pertenecían a la etnia Awajún, ellos fueron los pilares de esta primera experiencia. Cómo lograr que te entiendan, que aprendan todo un reto, el hecho de las costumbres tan distintas al comienzo costó ya que lo que se llevó programado desde Lima debía de ser modificado teniendo en cuenta la realidad que vivíamos, pero pese a todo ello mi motivación seguía siendo la misma, el objetivo que tenía era de ir a servir y dar lo mejor de mi cada día, pese a que no solo nos dedicábamos a las clases con los niños sino también a apoyar en las tareas administrativas. El hecho de saber que cada día al despertar iba a poder ver sus rostros, escuchar sus vocecitas, risas y verlos sonreír era la mayor fuente de energía inagotable para mí, mi mejor motor y combustible que me empujaba a dar todo de mí hasta cuando ya las fuerzas no me daban, pero todo lo valía la pena por ellos. La felicidad que me transmitían en cada clase con un pequeño gesto, un besito, un abrazo aceleraba mi corazón y me reafirmaba el motivo por el cual fui hasta ese lugar, claro que todo esto no sería posible sin mi gran amiga, compañera Jenny a la cual aprendí a conocer y querer por medio de esta gran experiencia, la cual luego sería bautizada como “La Escuelita”. Nos fuimos con las ganas de haber hecho más cosas y con el gran deseo de volver porque sentía que no había dado suficiente que se podría hacer más cosas con los niños en las clases ,nuevos temas, nuevos materiales. Solo tenía en mí el deseo de poder volver, esa primera experiencia para mi tiene un valor transcendental, me permite confirmar mi vocación como educadora pero sobre todo a vivir la felicidad que te da el dar sin esperar nada a cambio, de una forma desinteresada de corazón y que mejor pago que llevarme en mi memoria y corazón las sonrisas de esos niños y la alegría por tantos momentos compartidos.

Una de las dos aulas de La Escuelita, la de los más peques.
Ya que ni bien llegue a Lima yo tenía el ferviente deseo de volver le dije al hermano Pablo y al Profesor Javier “yo quiero volver, deben llevarme otra vez”, y bueno durante todo el año estaba mi mente y corazón,  en eso no dejaba de contar y contar mi experiencia. Quería que las demás personas, amigos, compañeros se enteren de lo maravilloso que había vivido para que ellos se puedan contagiar y poder vivir la experiencia. Algo que marcaría su vida, y le daría otro sentido.

Hasta que nos comunican que iremos por segunda vez en este caso con Jenny otra vez y no podía ser más feliz. Irían esta vez también dos de mis grandes amigas: Camila y Pato, yo rebosaba de alegría, ni que decir cuando sabía que mi potoni también volvería a  ir después de todo un año de mensajes por wsp, email y estar en contacto la volvería a ver. Esta experiencia ya de lejos traería grandes cosas.

¡Nos vamos a casa!
Para ello ya empezamos a programar las clases con tiempo. Para ello nos servía mucho la experiencia previa que teníamos y ahora si en base a ello poder pensar en qué enseñarles, qué materiales llevarles, todo buscando lo mejor para esos pequeños niños. La expectativa y ganas de trabajar otra vez en nuestra Escuelita era muy amplia.
Llegamos empezamos a ambientar nuestros salones con la emoción de al día siguiente poder conocerlos y la esperanza y deseo de que también vayan los niños del año pasado, y llegó el primer día cargado de emociones tener treinta cinco niños que iban desde los tres años hasta los cinco. Era único, y gracias a Dios hubieron niños que continuaban como mi Osterling, Elisa, Shane, Ronny y otros niños que se incorporaban por primera vez a la escuelita, mi entrañable Jose, mi bello Shelman, mi inquieto Jackner y mi pequeño Brian; y cómo no mencionar a la divertida Angie y mis demás pequeños que Dios me permitió conocer este año. Las clases fueron muy divertidas entre cantos, juegos, bailes y las nuevas cosas que ellos aprendían, disfrutaban mucho de los nuevos materiales que habíamos llevado. Este año la Escuelita  tuvo algo muy especial que venía pensado desde Lima: tener un día del Logro donde se expondrían todos los trabajos que los chicos habían realizado durante el mes. Ese día fue muy especial y gratificante de ver todo lo que se había logrado con los niños y que sus padres puedan ver todo aquello muy felices y llenos de orgullo porque eran los trabajos de su hijo.
Fiesta de despedida de La Escuelita
Fue para mí un mes lleno de muchos aprendizajes, trabajo y entrega pero otra vez encontré en mis niños, mi fuerza, mi motor para seguir rindiendo  y dando lo mejor cada día. Todo lo valía por ellos, ya que cada noche al dormir podía irme imaginando sus rostros y sabes que al día siguiente los vería y seguir compartiendo muchos momentos juntos con sus ocurrencias y gestos tan propios de lugar pero llenos de una inocencia, bondad y pureza que te impulsan a seguir adelante y darlo todo por ellos. Agradezco mucho a Dios por haber puesto en mi camino a esos maravillosos niños, haberme dado la oportunidad de conocerlos, compartir con ellos los mejores días de mi vida. Es lo que me gusta y me llena trabajar con niños pero sobre todo niños como ellos que necesitan tanto de nosotros y a cambio te otorgan esas sonrisas sinceras, abrazos llenos de amor y besos con dulzura que es su forma de decir gracias, pero al contrario yo debo decir muchas gracias por todo lo vivido y compartido su recuerdo me acompaña todos los días ya sea en un gesto similar que encuentro con mis niños del Nido o porque siempre vienen a mi mente alguno de sus rostros y sonrisa y me impulsan a seguir para adelante pese a las complicaciones que pueden haber.

Osterling, un aparato, jeje
Definitivamente no me cansaré de reafirmar y de decir que haber viajado a SAN LORENZO ha sido y será la mejor experiencia de toda mi vida por todo lo vivido, aprendido.

La clase de "los mayores"
Y bueno siendo ya veintiocho de Junio termino de escribir todo esto ya que se lo prometí a mi potoni y para mi tiene una gran importancia y valor lo que yo a ella le prometo pues es mi cara de pan de pueblo y la quiero con todo mi corazón.

Para mi confidente, consejera, psicóloga, amiga, cómplice, hermana mayor, mi potoni!!"

Angy :)

Te quiero potonita mía de mi.